domingo, 30 de noviembre de 2008

El día que yo nací (II)


Ricardo y Consuelo pasaron con el coche de los padres de él delante del solar de Santa Marina donde se iban a construir trece viviendas y locales comerciales “respetando la artística fachada recogida en el pueblo español de Barcelona y dejando soportales en la parte que da a Santa Marina”, como decía El Correo de Zamora de ese día. Lola y Paco se despertaron con la noticia de que el segundo nieto ya estaba en camino. Mientras Carlos, de cinco años, dormía en su cama tan profundamente como siempre.

“Luego pasamos por casa de mi madre”, dice Consuelo. Aunque ni en su casa ni en la de su madre había teléfono, llamaron a la puerta y cuando bajó Quica ya estaba vestida y metiendo prisas. “Yo le dije que no corría prisa”. El camino a Consuelo se le hizo un poco largo, y eso que apenas había tráfico en la carretera nacional 122. Ricardo estaba algo nervioso y, como su mujer ya se quejaba de los primeros dolores, aprovechó para pisarle al acelerador en la recta de Coreses y ahorrar unos minutos en el camino a Zamora.

A las ocho de la mañana entraban los tres por la puerta de Urgencias del Hospital Virgen de la Concha y, en cuanto las enfermeras miraron a la parturienta, enseguida le mandaron quitarse la ropa y, como no había tiempo, con calcetines de media y el jersey que traía puesto Consuelo se fue directamente a la camilla.
“Sé que eran sobre las ocho de la mañana porque es cuando el cambio de turno y se juntaron en paritorio las enfermeras que salían y las que entraban”. Mientras le decían que empujase, que no había tiempo, médicos y enfermeras conversaban sobre el debate de televisión de la noche anterior. Y es que el mundo sanitario estaba en huelga y el 80 por ciento del personal sanitario de aquel hospital secundó la segunda y última jornada de huelga en los centros dependientes del entonces INSALUD.

Pasaban 15 minutos de las ocho cuando, nueve días más tarde de lo inicialmente previsto, llegó al mundo un regalo del Día del Padre que pesaba 3.600 gramos y medía 51 centímetros. El 28 de marzo fue un día de movilizaciones, ya que el colectivo de médicos organizó un acto reivindicativo en el parque zamorano de La Marina y los universitarios se manifestaron en defensa de una mejor política educativa.

martes, 25 de noviembre de 2008

Dejo mi ventana abierta, para que volando llegues a mis sueños


Dejo que me eches el aliento en el cuello si tú me curas a besos el dolor de espalda.
Si me dejas a medio aliento y te pones de puntillas para mirarme.
Si me sonríes y te vuelves ausente por minutos... y luego vuelves al mundo real.
A nuestro mundo.
Ese lugar donde se nos juntan los encuentros y las despedidas.

viernes, 14 de noviembre de 2008

El día que yo nací (I)

Aún no había amanecido el día 87 de 1987 cuando Consuelo se despertó inquieta y con pesadez de estómago, después de que el primer cumpleaños de Alberto, el hijo de Tito, se prolongase hasta la noche. "Para qué bebería Fanta", se lamentaba mientras ponía la radio para ver si conseguía dormirse de nuevo.

“Un Guardia Civil muerto y quince heridos en el atentado de ayer perpetrado por la banda terrorista ETA en el puerto de Barcelona”, decían en las noticias y anunciaban que el funeral por Antonio González Herrera sería esa misma mañana. Consuelo no conseguía conciliar el sueño, a pesar de que en la radio los tertulianos habían abierto un debate soporífero sobre el debate parlamentario del día anterior, en el que Alianza Popular había presentado una moción de censura contra el Presidente del Gobierno. Hasta el lunes por la tarde no se votaría, pero dada la mayoría de los socialistas, parecía poco probable que la primera moción de censura contra Felipe González fuera a admitirse.

Salía de cuentas el día 19 de marzo y llevaba ocho días de retraso, por lo que el lunes tenía que ingresar en el hospital. Mientras repasaba mentalmente las cosas que tendía que llevarse a Zamora, cayó en la cuenta de que las molestias estomacales parecían desaparecer y luego volvían. “Me di cuenta de que era a espacios de tiempo iguales y desperté a Ricardo para que fuera a buscar el coche”, recuerda Consuelo, que tuvo tiempo de ducharse y desayunar algo.

“Dejamos a Carlos durmiendo y fuimos al ambulatorio y hacía un airón y un frío”. Además se acuerda de que tardaron mucho en abrirles porque eran cerca de las 7 de la mañana del sábado, “debían de estar dormidos”. “Me miró la médica que estaba en urgencias y que había tenido mellizos no hacía mucho y me dijo que sí era parto, pero que había tiempo; que fuera a Zamora, pero no me metió prisas”.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Madrid castizo

Salir, entrar, subir, bajar. Ver tiendas, conocer bares. Caminar por calles desconocidas. Hacer nuevos amigos. Echar de menos a los de siempre. Encontrar un chico debajo de una piedra de esas que se calleron de la muralla de Zamora. A veces pensar porqué soy un culo de mal asiento. Comer, cenar... casi nunca desayunar. Una hora de metro de ida y otra hora de vuelta. Miedo escénico. Trabajos y apuntes. Discotecas llenas de canis. Cañas con Anita. El Johnny en toda su grandeza y con todas sus pequeñeces. Millones de personas cruzándose en la calle con millones de personas... y yo sólo soy una pequeña hormiga en un mundo grande.

Así es mi vida en la Madrid profunda.

domingo, 2 de noviembre de 2008

Al amanecer


Algunas veces está bien tirarte al precipicio. Seguir la corriente y dejarme llevar. Sentirnos bien. Dormir poco. Notar que amanece cogida de tu mano. Darte un beso en tus orejas congeladas. Querer secuestrarte. Sentir el frío. Y caminar. Y arriesgarse.

Fue bonito. Puede serlo.