Seis horas separan Chiclayo de Jaén por carretera. Pues bien, yo fui dormida todas esas horas. A las 5.30 llegué a la estación de Transportes Línea de Jaén, me bajé y vi a una mujer morena con gafas. Supuse que era Sonia y ella que yo era Marta. Estaba un poco adormilada después de todo el viaje, tenía algo de frío, había mucho jaleo de gente y el suelo estaba lleno de barro. Logramos que los taxistas nos dejaran tranquilas y fuimos a coger nuestra movilidad (o sea, una furgoneta).
La residencia estaba a escasos cinco minutos, pero solo recuerdo que la hermana Sonia se quejaba de que las obras: tenemos medio Jaén levantado. A la llegada a la residencia, me esperaban chicas y, supongo, las hermanas. Y digo supongo porque solo recuerdo que Merly, Linda y Rosa (entonces me dijeron su nombre pero no lo aprendí) me subieron las maletas, que yo veía un montón de chicas bajitas y morenitas que me decían sus nombres y me daban un abrazo y yo estaba dormidísima. También recuerdo que una de ellas se levantó con más cara de sueño que yo y nos reímos de sus pintas.
Dejaron mis maletas junto a mi litera, me dijeron cuál era mi armario y donde estaba el baño y automáticamente me puse el pijama y me acosté. Y dormí por primera vez en mi cama de Jaén.
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