miércoles, 11 de julio de 2007

La Margarita Dijo: NO


Yo antes me conformaba con cualquier niño mono. Ojos bonitos, culo respingón, cara de guapetón... no importaba su cualidad, el caso es poder sacarle partido al chaval. Luego sucedió que encontré un chico poco mono, sin ojos demasiados bonitos, con poco culo y nariz chata. Nadie decía ¡qué guapo! y recordaba haber pensado ¡qué feo! pero le empecé a econtrar cualidades.

Me hacía feliz oír su voz cada día, o leer sus palabras, o pensar todo el día en ese momento en el que nos acabaríamos viendo. Era feliz al escuchar sus canciones, sus bromas, sus poesías... pero también al atender sus problemas y ayudarle a solucionarlos juntos.

Pasaron los años y la margarita se marchitó. Ya no era igual. No me hacía reir, ya no le encontraba esas cualidades. Y cuando las recordaba, él me hacía volver a perderlas al instante. Contaba los días para poder estar a su lado y él pasaba cientos de minutos inventando escuchas para no verme.

De pronto se fue el amor, se fueron las dudas, se fue el cansancio. Se fue todo. Y el todo se lo llevó lejos, a un lugar de donde no ha vuelto. Porque ese que ahora lleva su nombre no es él, yo lo sé. Es otro. Es la persona en la que se convirtió la persona que yo amaba, ésa cuya alma aún sigue encarcelada por sus temores.

No hay comentarios: