miércoles, 3 de julio de 2013

Crecer

Hacerse mayor significa que lo hay que hacer se hace porque uno quiere, no porque lo digan mamá y papá. Es pasar de niña a mujer, sin vuelta atrás. Quiero creer que estoy donde quiero estar. O donde me dejan. Que tomo mis propias decisiones como adulta y que he crecido. ¡Soy mujer, ala! 

Y entonces... 

Entonces dejo aparcada durante dos meses la admisión a másters universitarios. Pospongo para hoy, mañana y la semana que viene lo de labrarme un futuro. Me estreso, relajo, re-estreso y me entra fatiga. Me pongo una serie de las que evitan pensar. Miro el Facebook. Me deprimo porque la gente empieza a subir fotos de piscina y el único día soleado en Cambridge hasta hoy lo he tenido que pasar sirviendo proseco en una carpa del Magdalene college

¿Y luego qué? 

En dos meses ¡¡Ya!! meto mi vida en una maleta y me mudo de nuevo. Esta vez no me voy sola y me voy a territorio amigo. Es un gran alivio, aunque la pena por las despedidas y la incertidumbre por el comienzo de una nueva etapa siguen rondando mi cabeza. Crecer es muy chungo, mucho. Pero si se hace en compañía es más llevadero.