lunes, 9 de septiembre de 2013

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Dos personas juntas
Tres días por delante antes de marcharse
Cuatro duros, cargados de miedo e ilusión. 
Entradas, salidas y despedidas. 

Casi no me acuerdo de por qué abrí este blog. Sólo conté las palabras para dedicar la entrada número 100 a quien era tanto y nada. Cometí más errores que los gramaticales. En el camino, a veces estuve sola. Viajé y aprendí de muchos. Y olvidé, cerrando mis heridas. Sigo siendo toda maldad con quienes se atreven a dañar lo que yo quiero. Un perro rabioso encerrado en cuerpo de mujer. Con los años adquirí paciencia, en vez de gastarla. Toda una mejora, porque voy a necesitarla antes de saber si me admiten o no en el máster. 

Me esperan por delante 200 días de lluvia, 30 nuevos lugares por conocer y cuatro nuevos amigos. Con eso me conformo. 

sábado, 10 de agosto de 2013

Emocionante miedo

Hoy me ha llegado a casa el certificado del IELTS, lo que significa que ya puedo cerrar mi solicitud de plaza en la universidad de Salford. Da miedo. Mucho. Pero últimamente el miedo se estaba haciendo nerviosismo. Desde que sé que mi nota del IELTS no será un problema, los nervios se hacen emoción. 

El "¿Y si no me da la nota?" y el "¿Y si no me cogen?" se cambia por el "¿Y si me cogen?"

Así que, billetes de tren comprados y con fecha definitiva para mudarme, me llena de orgullo y satisfacción informaros de que de aquí en 33 días seré Mancunian. Pero antes, dejar todo enviado e ir a España a ver cómo mi garbancito va haciéndose personita, tirando pedorretas, gritando y riéndose a carcajada limpia. Para verlo en persona, que se me rompe el alma al seguirlo por fotos. 

Crecer da miedo, pero es emocionante emprender nuevos proyectos. 

miércoles, 3 de julio de 2013

Crecer

Hacerse mayor significa que lo hay que hacer se hace porque uno quiere, no porque lo digan mamá y papá. Es pasar de niña a mujer, sin vuelta atrás. Quiero creer que estoy donde quiero estar. O donde me dejan. Que tomo mis propias decisiones como adulta y que he crecido. ¡Soy mujer, ala! 

Y entonces... 

Entonces dejo aparcada durante dos meses la admisión a másters universitarios. Pospongo para hoy, mañana y la semana que viene lo de labrarme un futuro. Me estreso, relajo, re-estreso y me entra fatiga. Me pongo una serie de las que evitan pensar. Miro el Facebook. Me deprimo porque la gente empieza a subir fotos de piscina y el único día soleado en Cambridge hasta hoy lo he tenido que pasar sirviendo proseco en una carpa del Magdalene college

¿Y luego qué? 

En dos meses ¡¡Ya!! meto mi vida en una maleta y me mudo de nuevo. Esta vez no me voy sola y me voy a territorio amigo. Es un gran alivio, aunque la pena por las despedidas y la incertidumbre por el comienzo de una nueva etapa siguen rondando mi cabeza. Crecer es muy chungo, mucho. Pero si se hace en compañía es más llevadero. 

jueves, 4 de abril de 2013

Perdida

Soy una más de esa generación perdida. A mí, como a tantos otros, nos dijeron que podíamos cambiar el mundo si nos lo proponíamos. Sucumbimos rápido a los mensajes de las películas americanas, que nos bombardeaban con lo malo que sería ser un perdedor. Mejor avanzar. Progresar. Nuestros padres, como antes habían hecho los suyos, se esforzaron para tirar para adelante y darnos un mejor futuro. Mejor que su presente. 

Por eso mis padres, como tantos otros padres españoles, me llevaron a clases de Taekwondo y de música. Pagaron mis autobuses a Zamora y me esperaron a las diez de la noche para conducir de vuelta a casa con niebla o sueño. Pagaron mis estudios, mi residencia, mi piso. Todos mis billetes de autobús desde Valladolid para que trabajara de becaria y todos los abonos de Metro para que ampliara mi experiencia profesional. 

Y a día de hoy mi vida, como la de mis padres, los tuyos o los de otros tantos, va a peor. Somos los perdedores de las películas americanas. ¿Para qué se esforzaron tanto mis padres? ¿Para qué me esforcé yo? Al final los ganadores y los perdedores estamos igual de perdidos. Sin rumbo. Sin progreso. Yo, sin futuro. Mi familia, sin mí. Somos varias generaciones las perdidas. 

domingo, 24 de febrero de 2013

Dear Garbancito

Naciste. Así de repente. En 20 minutos ya me habías hecho tía. Te vimos y me entraba algo así en la garganta. Te cogí y ya no te soltaría. Me quedaría mirando eternamente tu nariz. Acariciando tu pelo, atenta a tus puños cerrados y relajada. Muy calmada. Muy contenta.

Pero que nadie se equivoque, porque yo... 
No veré tu primer diente ni te cantaré canciones de cuna, no. 
No te cuidaré mientras tus padres se van de parranda ni te echaré la bronca, no.
No te contaré cuentos en la bañera ni en la cama, no.
No te diré si el coco existe o es mentira, no.
No te sacaré de paseo por la plaza ni te cuidaré mientras tus padres se van de fiesta, no.
No mediré cuánto creces en la pared, no.
No te diré que eres el niño más guapo del mundo aunque lo seas, no. 
No te veré cada día más que por foto, no.

Pero eres mi garbancito, mi sobrino. 
Nunca hubiera imaginado que ser tía fuera tan duro. Tan precioso, cursi y emotivo. Todo a la vez. 
Me tienes encandilada, pero me tienes.

Pensar en todo lo que me perderé de tu vida es lo peor que me había pasado en toda mi vida. 

domingo, 27 de enero de 2013

expiración

Inspiración
¿Dónde te has quedado? 
Ni ganas, ni tiempo,
ni un solo momento. 
No encuentro. 
No hallo manera de verlo. 
Lo tengo, se va. 
Se marcha, no vuelve. 
La inspiración ya no es tal. 
Ha expirado. 

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