lunes, 28 de febrero de 2011

Claro de luna

Doce de la noche en aquel bar. En ese momento solo quería que me invitaras a tu casa y, sin embargo, no fui capaz de decir una sola palabra. Fue una noche de juegos. Tú rozabas mi espalda, yo te acariciaba el brazo. Tú no podías quitar los ojos de mi escote, que esa noche estaba dedicado a ti. Qué cosas...

Fue una encerrona en toda regla. O una apertura de miras. No sé si recuerdas, nos hicimos los tímidos. Me mordí el labio y te di las buenas noches. A la puerta de tu casa, camino del metro, me dije "ahora o nunca" y "que sea lo que sea". Y fue. 



Ahora que ha pasado un año me parece que el calendario pasa sus hojas más rápido que mi reloj. Cuento los momentos y me salen menos de los que me gustaría. Llegaste en un momento en el que me veía en un pozo. Fuiste diferente, simpático, bastante chulo. Por eso me gustaste desde que empezamos a conocernos. 

No te sientas intimidado, es solo que el piano me vuelve melancólica. Es solo un claro de luna que se me atravesó en una noche de estrellas 

martes, 8 de febrero de 2011

Por sorpresa

Por momentos se extiende un cabreo por mi cuerpo.
Se extiende por venas y arterias, me envenena desde dentro.
Me hace sonrojarme, excita mis sentidos.
Sube y baja por mi cuerpo y mientras
el compás de mis latidos se acelera.
Se me nubla la vista, se emboban mis sentidos.
Vida y sueños se hacen uno
y entonces... 

Entonces sumas uno y uno y salen dos.
Replanteas el momento y los actores.
Coges y sueltas aire, te mantienes
sumida en un estado pensativo.
Casi notas como ahoga, como aprieta. 

Te ahogas y tu conciencia te cuenta
aquello que te gustaría no saber: 
Que segundas partes nunca fueron buenas. 
Te gusta pensar que los refranes se equivocan
cuando la que se equivoca eres tú.


Por eso prefiero pensar que todo ocurre por una razón. 
Esta vez tengo que decir que no.