lunes, 27 de abril de 2009

Bodas de Oro y lágrimas

-Hija, ¿Tú no te echas novio?
-No, abuela. No quiero yo novios.
-Yo tampoco quería, pero conocí a tu abuelo con 25 años y mira...


Se quieren.

Y en Septiembre hace 50 años que se casaron.

Igual que mis otros abuelos... por eso este verano pienso organizar una boda de esas que duran el fin de semana. Comida, cena y chocolate con churros y sin azúcar para el desayuno.

Pero eso será cuando mi abuela salga del hospital, cuando aprenda a caminar, cuando los dedos de su mano izquierda se mantengan abiertos por sí solos...

Cuando dejen de llorar. Es que los "bauleros" somos un poco llorones.

viernes, 24 de abril de 2009

Autobús con destino: Salamanca. Salida del Andén 5

Cuando recibes la llamada nerviosa de tu hermano
Cuando tú estás en un sitio y tu familia en otro
Cuando te necesitan allí, para que estés sin más, sin hacer nada.
Hay que dejar todo a un lado y correr.

Guardarse las lágrimas, animar a la gente. Sonreír a los demás.

Y dejarte animar. Agradecida.

"Autobús con destino: Salamanca. Salida del Andén 5"

jueves, 16 de abril de 2009



Llevaba un tiempo buscando a mi media naranja, pero sólo había saboreado el amargo de los pomelos.

Cuando por fin encontré a mi media naranja, con el tiempo acabó haciéndome zumo.

Así que ahora, tres años después, prefiero morder a mi manzana.

No dan acidez y saben igual de ricas.

sábado, 4 de abril de 2009

La Semana Santa en Toro

Eran las ocho de la mañana y se oía una corneta chirriando "turúuuuu-ruuuu-ruuu-ruuu-ruuuuu". Me levantaba de la cama de matrimonio y me calzaba. Me cogía la manta que mi abuela había colocado para no morir de frío en ese cuarto en el que no dormía nadie casi nunca. Salía al pasillo silenciosamente y, sin que nadie en la casa supiera que mi cama se estaba quedando fría, subía la persiana del balcón del segundo piso.

Pasaba la procesión de la cofradía de Jesús y Ánimas de la Campanilla, que era mi preferida. Aguantando el frío de esas horas, me kedaba pegada al balcón mirando cómo pasaban los pasos por la Plaza de Santa Marina y, hasta que no veía pasar a la Banda, no me volvía a la cama. Luego mi abuelo me venía a despertar, ignorando que yo llevaba más de dos horas de "zascandil" y me llevaba a comprar churros y a buscar a mi abuela. Bueno, esto último sólo pasó un año, pero como además era mi cumpleaños lo recuerdo con más cariño.

Y, desde luego, lo peor no era el frío, sino el miedo que me daba el "Ecce Homo", que en realidad no lo es. Esa figura de un hombre "greñudo" atado a la columna y lleno de magulladuras me daba muchísimo miedo. Además, me habían contado que llevaba pelo natural. De monja, decían. Quizás por eso se salvó del incendio en 1957. Ahora, como entonces, lo custodian las Clarisas y, aunque ya estoy credidita, esa imagen barroca me sigue dando "yuyu".