jueves, 21 de julio de 2011

Perú es proliferación de niños

Cuando uno pasea por las calles de Perú o viaja por caminos o carreteras suele fijarse en dos cosas: una es el paisaje, con grandes contrastes, y otro es la cantidad de niños que hay por todos lados. En España no sabemos qué hacer con nuestros mayores y, especialmente en los pueblos, faltan niños y jóvenes. Aquí los niños parece que nacen y crecen solos.

Si uno pasea por la calle seguro que se cruza con niños jugando en chancletas o descalzos y llenos hasta arriba de polvo o barro. Una de las cosas que más me impresionaron fue ver a un niño que se había meado los pantalones y seguía jugando y corriendo descalzo, dando saltos entre las zanjas de las obras de alcantarillado. Medio Jaén está abierto en canal y los niños tienen su zona de juego en las trincheras.

Esta gran cantidad de niños también trae consigo un buen número de abandonos familiares. Está a la orden del día el abandono de los niños por parte de sus padres, especialmente los hombres. La sociedad aquí es bastante más machista que la española, especialmente en los pueblos y en las zonas más aisladas, como la selva, donde el Apo, siempre varón, es la máxima autoridad. Muchas chicas se quedan embarazadas rondando los 18 años y se dedican a tener hijos, cuidarlos, atender la casa... y el marido a tomar (a beber). Otras son abandonadas por sus parejas. Algunos hombres van dejando hijos a su paso sin importar quién los va a alimentar. O cómo.

Especialmente en la selva, la idea generalizada entre las adolescentes peruanas es tener hijos cuando terminan secundaria, si es que terminan. Eso ocurre cuando tienen 15 o 16 años. Mis chicas dicen que ellas, como están estudiando carreras, no van a ser así, pero que en sus comunidades nativas es lo normal. Ellas son las futuras líderes de su comunidad, en las que el Apo, siempre el y nunca la, seguirá tendiendo la primera y la última palabra.

miércoles, 20 de julio de 2011

¡Cómo echo de menos mis desayunos en España!

Si hay algo que eche más de menos de España, además del agua caliente y el agua potable, es mi desayuno con leche, colacao y cosas ricas. Y no es que aquí no esté rico, sino que no es lo mismo. Primero es importante tener en cuenta la ingesta masiva de papa, camote y yuca, o las fuentes de cebolla cruda como suculento desayuno (a las que ni me acerco, por cierto). No tengo nada contra la papa, el camote o la yuca, pero es que las como a todas horas y el desayuno se diferencia del resto de las comidas en que se come otra cosa.

Para entendernos, el día que estuvimos al departamento de Amazonas (no confundir con Loreto, donde pasa el río Amazonas), desayunamos arroz con pollo. A la hora de comer, comimos arroz con gallina. ¿Y a que no saben qué había para cenar? Pollo. Y arroz. Afortunadamente, en El Porvenir, un pueblito perdido entre montañas con una laguna artificial muy cuca, nos dieron rosquillas y ya no cené. Pero dos días después, en otro viaje, volví a desayunar y comer lo mismo. Cuando se sale no hay mucha variedad.

Hay días que me gusta: el pan, el queso, la leche de soia (soja)... pero odio con todas mis fuerzas algunos de los brebajes que preparan. Especialmente el shampoo, que es una bebida que lleva quinua, azúcar y manzana y que sabe fatal. Yo he optado por pasarme a la leche de vaca de toda la vida... pero no todos los días hay. Y, en caso de cebolla, un tomate, una naranja o cualquier fruta que pille. En la variedad está el gusto.

¿Cómo puede estar buena una cosa que se llama shampoo?

lunes, 18 de julio de 2011

La residencia Nazaria Ignacia

Tres monjas y 18 estudiantes (tres de ellas postulantes) viven en esta residencia para chicas indígenas que estudian en institutos y universidades de Jaén gracias a una beca retributiva o a la ayuda económica de algunas personas. Proceden de familias muy pobres, algunas con problemas graves, pero todas parecen irradiar un aura de felicidad que me resulta inusual.

Doña Tere es la cocinera, una mujer gordita y curiosa, que me pregunta sobre la comida española. Me gusta echarle una mano siempre que puedo y ella siempre me explica cómo se cocinan algunos platos peruanos. Cocina genial, me encanta la comida de aquí (desayunos a parte, pero eso ya es otro post).

La Hermana Nubia me lleva a ver las obras de la nueva capilla de la parroquia, junto a la actual, muy chiquita, que se llena cada domingo. Me presenta al Presidente de la parroquia, un hombre simpático con problemas de diabetes. La diabetes es una enfermedad que preocupa mucho a la gente de acá, cuando en España se medica uno y se cuida un poco y hace vida normal.

La casita tiene un huerto, donde hay varios árboles frutales: limones (limas en realidad), higos, papayas, mangos... ¡Y carambolas! Me encanta la carambola, tan rica, como un níspero ácido. Y si se cuece sale un refresco muy rico también. Lo que acá llaman berenjena es una especie de tomate de árbol que tiene textura como de papa pero forma de tomate. La hermana Hermelinda lo desayuna mezclado con piña porque reduce el colesterol.

Mi primera noche las estudiantes me atosigan a preguntas durante la cena: qué estudio, cómo es mi familia, dónde vivo... y me parece imposible aprenderme todos sus nombres. Me sé sólo uno: María Linda, porque me pongo a revisar un proyecto que está haciendo. Luego, todas dan gracias a Dios por mi llegada. Yo le agradezco más a Sonia, a su sobrina, a las hermanas de Lima, a Daniela y a Ana Pást.

viernes, 15 de julio de 2011

Jaén de Bracamoros

Seis horas separan Chiclayo de Jaén por carretera. Pues bien, yo fui dormida todas esas horas. A las 5.30 llegué a la estación de Transportes Línea de Jaén, me bajé y vi a una mujer morena con gafas. Supuse que era Sonia y ella que yo era Marta. Estaba un poco adormilada después de todo el viaje, tenía algo de frío, había mucho jaleo de gente y el suelo estaba lleno de barro. Logramos que los taxistas nos dejaran tranquilas y fuimos a coger nuestra movilidad (o sea, una furgoneta). 

La residencia estaba a escasos cinco minutos, pero solo recuerdo que la hermana Sonia se quejaba de que las obras: tenemos medio Jaén levantado. A la llegada a la residencia, me esperaban chicas y, supongo, las hermanas. Y digo supongo porque solo recuerdo que Merly, Linda y Rosa (entonces me dijeron su nombre pero no lo aprendí) me subieron las maletas, que yo veía un montón de chicas bajitas y morenitas que me decían sus nombres y me daban un abrazo y yo estaba dormidísima. También recuerdo que una de ellas se levantó con más cara de sueño que yo y nos reímos de sus pintas. 

Dejaron mis maletas junto a mi litera, me dijeron cuál era mi armario y donde estaba el baño y automáticamente me puse el pijama y me acosté. Y dormí por primera vez en mi cama de Jaén. 

sábado, 9 de julio de 2011

Chiclayo, la ciudad de la amistad

A Chiclayo la llaman la ciudad de la amistad. No sé si será por la ciudad, pero yo hice amigos. A la llegada al aeropuerto, con dos horas de retraso, me esperaba Janet, la sobrina de Sonia. En la estación de autobús me cogí la última plaza disponible para el viaje de seis horas a Jaén, que, por cierto, hice dormida de principio a fin. Estaba muerta de cansancio y el bus era muy cómodo, con asientos reclinables y todo. Pero lo mejor era que, al comprar el billete, ibas a un mostrador y se quedaban con tu equipaje. Luego ellos lo subían al bus y todo y ya en Jaén ibas con el resguardo y te lo sacaban del bus. Se acabó el darse un golpe con la puerta del maletero del bus.

Janet me invitó a cenar pollo a la brasa, típico de Chiclayo, y me llevó a ver la plaza de armas, que no es más que la plaza mayor de cada ciudad peruana. Luego cenamos en su casa, con sus hijos. La hija era muy maja y el niño no me dejaba en paz para que jugara con él. Parecía que iba a hablar, pero no pronunciaba casi. Tiene un  retraso en el desarrollo. Su madre me explicó que de bebé vivían más cerca de la selva y allí había tenido unas fiebres tan altas que le habían afectado al cerebro. Los médicos dicen que no tiene daño cerebral, pero sí un retraso en el ritmo de aprendizaje. Será un niño normal, pero cuando ya sea un hombre. Pese a todo, Harold, que es como se llama, es un niño cariñoso y muy listo, que aprovecha cada ocasión para robar Coca Cola y papas fritas del plato de su hermana. Después de la cena y antes de volver a coger el bus, Janet ya me avisó de que, en agosto, me manda a su hija a Jaén para que esté con nosotras. Así que ahora tengo amistades en Chiclayo, que tampoco está mal.

miércoles, 6 de julio de 2011

Lima

Las bocinas de los taxis suenan como los coches de choque. Los autobuses son antiguos pero con encanto... por fuera, claro. Al estilo de los que se ve en la televisión cuando hablan de Cuba. Y las furgonetas con asientos, llamadas combi, son un medio de transporte habitual para recorrer las cuadriculadas calles de Lima. Bloques de hormigón pintados de todos los colores forman esta ciudad cuadrada, que parece sucia, pero cuya gente es risueña. La humedad llega casi al cien por ciento. Esta es una ciudad que se te pega a la piel.

lunes, 4 de julio de 2011

El Colegio de Lima (o ensayo sobre la movilidad)

Las Misioneras Cruzadas de la Iglesia tienen un colegio en Lima, el Nuestra Señora del Rosario, en un barrio mucho más humilde que en el que viven, que ya de por sí es un poco chungo. Se llama San Martín de Porres, tiene algunas calles privadas cercadas, para que no puedan entrar más que los vecinos, y algunos taxistas no quieren ir allí de noche. Con eso queda dicho todo, ¿No?

Algo tiene diferente este barrio, además de estar en la zona alta de una de las montañas secas de tierra oscura que cierran Perú por el lado contrario al Pacífico. Y es que por esta barrio circulan mototaxis. De los creadores del taxi cuchambroso con taxita loco y  del "señor que grita las paradas abriendo la puerta de la combi (furgoneta) en marcha" llegan los mototaxis: hijo de una motocicleta y un sofá de casa. Vamos, que hoy me he dado cuenta de que si no he tenido un accidente de tráfico en Lima es por casualidad.

Moverse por Lima es divertido. La gente huele mal y no entiendo una mierda cuando hablan entre sí, pero hay muchas formas de moverse por acá: carro (vehículo propio), taxi en buen estado, taxi cuchambroso, combi, autobús cuchambroso, metropolitano (autobús en buen estado que tiene paradas fijas tipo el metro) y mototaxi. Y te puedes encontrar un taxista metido en una secta al que te toque aguantar de camino al aeropueto porque te va a cobrar 16 soles por un viaje que valdría unos 10 más (16 soles = 4.5€) y ver cómo Rosita, una monjita muy pacífica, se cabrea por momentos porque él se está metiendo con la Virgen María.

Al final, acabé en el aeropuerto viendo una película (gentileza de Ana Pé) y comiendo una bolsa de chifles (plátano verde frito como patatas fritas de bolsa). ´Del colegio no os cuento más, porque casi no vi nada. Estuve fisgando en Internet lo de la SGAE y haciendo invitaciones para la fiesta del maestro, que es mañana y que aquí se celebra como una gran fiesta. Solo una cosa que me llamó la atención: aquí danzas tradicionales es una asignatura. Curioso.

domingo, 3 de julio de 2011

Miski Takiy

La televisión de Perú no se parece mucho a la española. El periodismo televisado tampoco: mucho peloteo y muy buenas palabras, demasiada opinión dentro de lo que debería ser noticia. En TV Perú (léase tebe, ya que la uve solo existe en el diccionario de la RAE) hay información, documentales y folclore, mucho folclore. En español y en quechua, el idioma que se habla por la zona del Cuzco, que a mí me suena tan raro como el árabe o el chino.

Trajes coloridos, flautas preciosas y genialmente tocadas, guitarras extrañas y cantantes con voz chirriante que, para mi gusto, desafinan. No me gusta mucho esta música, aunque sí las flautas y quenas. En TV Perú los domingos por la tarde dan Miski Takiy, un programa dedicado al folclore y la cultura inca, que hoy versa sobre el 7 de julio, cuando celebran el 100 aniversario del descubrimiento del Machu Pichu.

La mayor parte de los peruanos, sin embargo, no han estado ni pisarán jamás en el Machu Pichu, sin embargo te hablan con orgullo de la ciudad de sus antepasados. Este es un pueblo orgulloso de sus raíces y, creo, un tanto avergonzado de lo que representa hoy en día. Creo que hay un halo de desesperanza generalizado. Mientras, los niños, ajenos a todo, parecen felices.

sábado, 2 de julio de 2011

Días de (24+7=) 31 horas

¿Has tenido alguna vez la sensación de que es el final, de que vas a morir en un accidente de tráfico? Que es algo inevitable, que está ahí y en cuestión de segundos, o de centímetros, se decidirá el darte o no el golpe con el coche. Pues es la sensación que he vivido hoy... unas cuatro veces en diez minutos.

Hoy he cogido mi primer taxi en Lima. El caos por las calles de Nápoles son un juego de niños comparado con el tráfico de Lima. Ponte a coger un taxi: que si regateo, que si me llevas, que si las maletas pa aquí o pa allí... cuando nos hemos decidido llega el taxista y, a mitad de viaje, para a repostar gasolina. ¿Pero qué es esto? Lima está en pleno sábado noche: tráfico y neones. Carteles que anuncian desde un dentista a un restaurante, pasando por un centro de desintoxicación.

Me siento un poco culpable, porque han esperado casi dos horas por mí. El vuelo salió y llegó con una hora de retraso, más aduanas, visados, equipaje... y despedidas. En 12 horas se hacen amigos. A mí me tocó como amigo un niño catalán de siete años que iba a Lima a pasar las vacaciones con sus abuelos. ¡Él solo! Repito: Siete años. Solo. Doce horas de vuelo. Esas mismas horas que me he pasado en modo madre.. ¡Era tan pequeño!

Ahora ya estoy en la cama de la casa de las monjitas de Lima. Cenada, sin sueño y sin haber dormido ni gota en todo el vuelo. Y muy muy cansada.

viernes, 1 de julio de 2011

Llegando a Madrid

Una carretera es el principio del comienzo de este viaje. Un camino que recorro siempre que vuelvo a mi casa de Madrid, solo que esta vez no tengo casa. Mientras los pinos pasan y pasan, atrás quedan bodegas, campos más amarillos que verdes y algún castillo o torre de iglesia de pueblo.

A veces sigo las vías del tren con la mirada del autobús. Otras veces cierro los ojos sin dormirme. En unos kilómetros la tierra pasará a tener un aspecto más montañoso. Como es verano, no habrá nieve. Pero tampoco sol.

Estoy más espectante que nerviosa. No me da miedo lo que vaya a encontrarme, sino si sabré apreciarlo. Todos dicen que este tipo de experiencias de cambian, espero que a mejor. Mientras, sigo pensando a qué dedicar las horas de vuelo que me tengo que tragar. Mañana a estas horas llegaré a Lima.