lunes, 28 de enero de 2008

Gallipoli, la Cái italiana

Podría ser una península turca, entre el Mar Egeo y el Mar de Mármara, o una ciudad de allí que ahora se conoce como Gelibolu. También podrían serlo las batallas que se sucedieron durante la Primera Guerra Mundial por el control de la misma. O una película que Peter Weir hizo sobre el conflicto. Pero resulta que está en el Salento italiano, a sólo una hora de mi Lecce, y que tiene cierto parecido a la Cài que tanto añora Berrendita.


El domingo, con mi amiga Ana, cogí un bus hasta Gallipoli, la ciudad que conocí un día de lluvia y tormenta. Pero ayer era día de sol. Domingo de paseos por la vía principal, que nace en el centro del pueblo y baja hasta el puente. Porque en la Cài italiana hay una pequeña isla, con una fortaleza medieval, un trocito de playa, una catedral y pequeñas capillitas, restaurantes con vistas al lungomare donde te sirven pasta ai frutti di mare y un montón de pequeños embarcaderos, cada uno con su encanto y sus barquitas azules y blancas.


Azul como el agua cristalina del mar Jónico.

jueves, 24 de enero de 2008

La rata trepadora


Hace frío en casa, mucho, aunque hoy la vecina se ha portado y nos ha dado la calefación. Aún así me da pereza ponerme a estudiar. ¿Para qué?... pues supongo que para no hacer tanto el ridículo cuando mañana el profesor de Economía me pregunte cosas que no entienda bien y no sepa responder. Uf, qué rollo de asignatura y de profesor y de Universidad. Yo quiero ser periodista, por favor, no esperta en Economía. Y si se me atravesó en español (mis llantos y mis enfados y mis horas de estudio me costaron para llegar al 7) pues en italiano se puede multiplicar por 3.
Así que tengo la cabeza hecha un lío entre las ideas en español y las palabras en italiano. Y recordar que en vez de hablar de inversiones tendré que hacerlo de "investimenti", y que cuando me ponga a escribir sobre la distribucion de la renta será del "reddito"... en fin un lío.
Pero mañana también viene Ana. Tengo visita de Pàst, que lleva unos días de turista solitaria por Roma en plan viaje de reposición de ideas. Y me muero de ganas de verla, aunque no hace ni un mes que estuve con ella. Y ahora que está tan cerca, en el mismo país, y me dice que no entiende na de italiano, pues tengo más ganas de verla.
Pero eso mañana. Ese día que empezará cuando salga el sol y suene la alarma a las 8. Porque hoy, ahora, me voy a poner a estudiar. Pero antes le voy a dar un trozo de queso a la rata, que está enfurruñada porque hoy no se ha paseado por el piso con su bola y no hace más que morder los barrotes y sacar las manos hacia afuera.

jueves, 17 de enero de 2008

La rana verde que produce indiferencia a quien se la regalan


Hace un año tenía un regalo en mi casa que llevaba su nombre. Su nombre junto al mío y un corazón pintado en la etiqueta. De mí para él. Lo compré un día, pensando en verle y dárselo en mano, pero ese día me dió largas. Iba a ser una especie de regalo de Navidad y, de paso, de cumpleaños, aunque al final cayó en sus manos casi en marzo.

Era un regalo barato, pero con un envoltorio cuidado, que con el paso del tiempo fue arrugándose, abandonado como estaba en el suelo de mi cuarto. Solía llevarlo y traerlo en mi mochila cada vez que iba a Zamora, sin encontrar el momento adecuado para dárselo a su dueño.

Había puesta toda mi ilusión en una rana verde y simpática, cuando ya no había nada por lo que mereciera la pena poner ilusión. Dicen que este animalillo da suerte, aunque las ranas de peluche debe ser que no funcionan igual que los amuletos de cerámica o piedra.

Así que el regalo que yo había comprado con todo el amor que entonces guardaba en mi corazón lastimado se quedó un tiempo sin dueño. Cuando por fin se lo di, él sólo echó un vistazo al envoltorio ya arrugado, lo metió en el coche y me dio un libro que yo le había encargado. Fui a pagárselo y me aclaró que también era un regalo. Y me lo quise comer a besos, pero me di cuenta de que no había abierto su regalo. Y el mío era pura formalidad, cuando yo no se lo había pedido ni lo esperaba.

El bicho verde ahora dice que vive en su habitación, con la casa de sus padres, con los que vive por continuidad, como todo lo que hace. Sólo que yo necesité más tiempo de lo recomendable para darme cuenta de que la rana verde era una despedida. Adiós y que te vaya bien. O que te vaya mal. O que no te vaya, me da igual. Ya no hay amor, ni odio, ni celos, ni rencores absurdos. Y tampoco hay amistad, que se quedó en el camino del último verano. Por eso este año se ha quedado sin felicitación y sin regalo.

martes, 15 de enero de 2008

Operación figurín mode on


Era un secreto pero ya os lo cuento. Aquí todos lo sabían pero no había trascendido a España. Mañana se cumple una semana desde que iniciase la "Operación Figurín " de 2008. Todos los intentos por adelgazar durante el pasado año se vieron frustrados por la pizza y la pasta italianas... y la buena cocina española que tan bien utilizamos en nuestras comilonas diarias.
Una semana sin comer entre horas, cuidando lo que me meto en el estómago, intentando salir de fiesta lo menos posible y reduciendo estrictamente el nivel de cerveza digerido. Quiero recuperar mi tipín de hace dos años (antes me quejaba, ahora lo recuerdo con añoranza). Para que mi tía Paqui, también lectora de este blog, no me diga que tengo barriga.
Y cuando se recupere mi pie izquierdo, a echarme unas carreras y hacer "gimnastica". Para eso tengo el apoyo de Violeta, adherida a la "Operación Figurín", y de Itziar, que se ha montado su propia puesta a punto con la "Operación Métete en el vestido de la boda".
Y así paso mis días lecceses...

jueves, 10 de enero de 2008

Un viaje interminable

Suena el despertador a las 5 y 5. Un sueño que me muero. Pasa por mi cabeza la idea de quedarme durmiendo y que le dén a los billetes, que tengo sueño. Y pienso en hacer un primer esfuerzo, que ya has dormido 3 horas, y me levanto. Me visto, hago el bocata, la mochila, los pelos revueltos...

Voy camino de Valladolid. Mi padre va conduciendo en una noche oscura y sin luna, sólo levemente iluminada por algún que otro resplandor rojizo o anaranjado que dejan ver algunas nubes. Llegamos justos de tiempo a la estación Campo Grande, que resulta que así se llama y yo no lo sabía. Me despido, cojo el AVE y ¡adiós Valladolid!

Cuando estoy a punto de coger el sueño se oye "Próxima parada: Madrid Chamartí"... así que me desperezo y ala, a cargar como una burra con el maletón escaleras abajo. No entiendo porque´no se les ocurre poner un ascensor o escaleras mecánicas para bajar de una estación de tren al metro. ¿No han pensado que la gente puede ir con maletas?

Tres lineas de metro después llego a "T1, T2 y T3" de Barajas. Se me ocurre mirar en una pantalla para buscar el vuelo, aunque queda un montón de tiempo, y veo que me han cambiado de terminal. Gracias, Alitalia, por avisarme de que ahora tengo que ir a las T2. Llego allí y me encuentro con el matrimonio con 3 hijos que vino a España en el mismo vuelo que yo. Nooo otra vez soportar al hijo pequeño empujando mi asiento nooooo. Y ahora llega la odisea de facturar. 28 kilos, me paso un montón pero no me ponen pegas. El problema es que en Brindisi hay niebla y han cancelado el vuelo. Me pueden reubicar en el de las 9 de la noche, uy qué bien, así dormiré en el aeropuerto porque no hay buses. Así que me cambian para Bari (sólo es un bus y un tren... 150 kilómetros de Lecce)... no pasa nada, llegaré a casa (o eso pienso). Al final el vuelo vuelve a estar operativo, así que vuelvo a ir a Brindisi. "Pregunta cuando llegues" (bien, ya voy con el miedo en el cuerpo).

Y es entonces cuando empieza la larga espera... me muero de asco y anuncian un retraso de 1 hora. Me cago en sus muertos. Mi compañero de piso ya ha llegado y yo sigo en Barajas muerta de sueño y de aburrimiento. El avión despega pasada la 1. Va lleno de jubilaos, excepto el chico simpático de mi lado, que viene de fiesta de Logroño (no sé qué fiesta habrá allí...). Dormir, sudokus, charlar con el italiano majete... y ya por fin llego a Roma. El vuelo aparece como operativo, bien... y me pongo a ver una peli en el portátil. Aparece Laia, una catalana mu simpática que estudia periodismo en Lecce, ya tengo compañera de vuelo. Un vuelo que, por cierto, también sale con 1 hora de retraso y en el que la tripulación avisa que "hay problemas por la niebla en Brindisi. Intentaremos anterrizar allí y sino pues a Bari". Ya no llego a coger el bus, así que me da igual, me voy a tener que gastar las pelas en un taxis.

Al final el vuelo llega a Brindisi, una hora más tarde de lo previsto, y yo me vuelvo a Lecce encajada en un coche enano de un amigo italiano de Laia. Gracias!! Llego a la casa del cura: Guille sobando en el sofá. Vamos a cenar una mezzapizza, una cerveza y vuelta a casa. Duermo 10 horas y me levanto como nueva. Así que ayer fue día de compra y compras. Hoy toca reordenar mi vida. Voy a hacer la comida, que viene gente.

lunes, 7 de enero de 2008

Vuelvo a encontrarme con una maleta vacía que debo llenar, rellenar... coger todos los bártulos y de vuelta a mi otra casa. Un viaje de 14 horas de vuelta a las italias, donde me espera Guille, que llega antes, y poca gente más. Una semana que aprovecharé para ir de compras (comprar comida, que no dejamos nada, e ir de rebajas), pero en la que también habrá que empezar a ponerse en serio a "estudiar" (véase leer los libros, que no es mucho pero lleva su tiempo).

Mi maleta esta vez se lleva menos cosas. Chorizos que no falten, algo más de ropa, quizás un abrigo, una toalla más, medias de colores, algún libro no leído, mi flauta travesera y más partituras, a ver si me animo. Y también me llevo tu sonrisa (como en la canción), y me llevo un montón de abrazos y de besos y de bonitas palabras que en estos días me han regalado. Las cosas malas me las dejo, esta vez sí, que ocupan mucho espacio.
Se me hace raro volver. No tengo ganas, pero me apetece. No quiero separame de la gente de aquí, aunque tengo muchas ganas de encontrarme con mi familia erasmus. Me da pereza, no sé si me explico... Pero ayer fue día de despedidas, y las que me quedan aún. Espero no llorar con mi abuelo, aunque ya empiezo a notar esa vena sensible que me hace soltar la lagrimilla. Aurora ayer me decía "son sólo dos meses... y me parece hasta poco". Y Raquel Ojú, mi niña de Baeza, decía después de leer el post anterior que con los exámenes tendría menos tiempo para echar de menos. Todo se verá y yo seguiré informando por aquí. Y ahora sí me voy a hacer la maleta.

viernes, 4 de enero de 2008

La evolución del mundo (o de cómo se ganan y pierden amigos)

La noche del nuevo año comenzó dándome directamente en los dientes. Es curioso que justo ahora, cuando más cerca estoy de mi familia y amigos, cuando más tiempo paso junto a ellos, me doy cuenta de las personas que me ayudan y las que están ahí por el mero hecho de estar. Y me explico.

El año pasado trabajaba todos y cada uno de los fines de semana del año, sin muchas excepciones (mi operación de la muela del juicio y alguna mala fecha de exámenes). Por esta razón, y no por otra, el viernes hacía deprisa y corriendo la maleta y salía pitada para Toro. Si había poco trabajo pero bastantes noticias intentaba cuadrar un poco las cosas para irme de fiesta a Zamora y aprovechar lo máximo la noche. Al principio era por amor, luego sólo por placer -el placer de la fiesta, no vayamos a entender mal-. Luego, a la vuelta a casa, además de currar lo que faltase hasta completar las dos paginitas de las narices y lloriquear para que me pusieran más publicidad y tener que escribir menos, quedaba con mi amiga de Toro, la única de nosotras que seguía viviendo aquí, para tomar algo, hablar de las cosas buenas y de las malas. Criticar y echarnos unas risas.

Si el finde no cuadraba o el plan zamorano no convencía pues quedaba con mi amiga. Cenábamos cualquier cosa y salíamos a prepararla por los bares. Estábamos casi siempre solas, mano a mano, pero no importaba, porque nos teníamos la una a la otra y la verdad es que lo pasábamos genial.

Pero ocurrió algo extraño. Mi amiga se enamoró de un "chico malo". Un malote, con antecedentes. Culpable de haber roto el corazón a otra de mis amigas, y eso que la chica juega al rugby y está hecha de acero. Ese tipo no me gusta y así se lo dejé ver. Ella no me escuchó, tampoco sé si yo lo habría hecho en su lugar y, desde luego, no le culpo por ello. Pero el tiempo ha ido pasando y ya cuento seis meses y me quedo corta. Y a medida que el amor entre los dos crece, se va llevando lo que queda de mi amiga.

Ella ya no es una más de nosotras, no es una "nena mormosa". Cuando estoy triste no me consuela, ni yo la consuelo a ella, porque cuando hablamos es sólo para echarnos cosas en cara. Cuando estoy feliz no sirve de nada contárselo, porque sé que ella vivirá en su profundo amargamiento y sólo su "perro" (es decir, novio), le podrá sacar de ahí. Cuando estoy lejos dice que me echa de menos tanto como yo la extraño cada día, allí y aquí, pero ahora que llevo dos semanas a 10 minutos de su casa no puede llamarme.

No puede bailarme "morena mía" como si fuera una más, la de siempre, la de antes. No puede contarme que las cosas no le van tan bien como le gustaría pero que, pese a todo, es feliz. O no lo es, no lo sé. Porque ahora me ve y se le ha olvidado ser mi amiga.


NO SE ME ACABA EL MUNDO. LA GENTE VA Y VIENE. IGUAL QUE SE PIERDEN AMIGOS SE GANAN NUEVOS... AUNQUE SEA VÍA BLOG. Y EN ITALIA TAMBIÉN HAY AMIGOS, SE PREGUNTARÁ LA GENTE... PUES NO. EN ITALIA NO TENGO AMIGOS, TENGO A MI FAMILIA ERASMUS. PORQUE A FALTA DE FAMILIA, TUS AMIGOS SON TU GENTE. TU HERMANO, TU PRIMO, TU MADRE... TÚ MISMO.