La historia de una joven inexperta en el mundo de los dragones come-personas
sábado, 31 de enero de 2009
Vidas minadas, vidas mutiladas
jueves, 29 de enero de 2009
Enamorada anónima
Yo no quiero un amor civilizado
con recibos y escena y en el sofá.
Yo no quiero que bajes al basado
y vuelvas del mercado
con ganas de llorar.
Yo no quiero calor de invernadero.
Yo no quiero besar tu cicatriz.
Yo no quiero Paris con aguacero
ni Venezia sin ti.
sábado, 17 de enero de 2009
Diez razones
jueves, 15 de enero de 2009
El día que yo nací (III)
Mientras, en el hospital, Consuelo preguntaba en vano si era niña o niño y si estaba bien. Nadie le hacía caso, hasta que alguien por fin le dijo:
- ¿Qué tienes?
- Un niño.
- Pues bien, ahora ha sido una niña y de momento bien.
Consuelo se quedó intranquila. ¿Por qué de momento?. Fue tan rápido que se quedó como un poco rara, porque cuando Carlos había ido más lento. Mientras limpiaban a la recién nacida y le hacían los primeros reconocimientos pusieron anestesia a Consuelo y le cosieron. Aunque le habían tapado, empezó a temblar y tenía mucho frío.
Luego llevaron a madre e hija a una sala antes de ir a la habitación. Habían colocado a la niña boca abajo en la cuna y, como no paraba de rezongar, se rozó toda la cara con la sábana. Un pañuelo de uno de los abuelos sobre la sábana solucionaría el inconveniente por la tarde. En esa sala, había una ventana y los familiares, desde el otro lado del cristal, podían comunicarse mediante un telefonillo, pero no se oía nada porque Marta no callaba.
En la sala contigua, Quica, la abuela, y Ricardo, el padre, coincidieron con una familia que acababa de perder al niño que esperaban. Al igual que Ricardo, Quica pronto pudo oír el llanto de Marta, la única nieta que hasta la actualidad ha tenido.
jueves, 8 de enero de 2009
Esta vez los días se me han hecho semanas y la vagueza se ha apoderado de mí.
Ahí te dejo unos cuantos papeles y la mesa de estudio vacía.
Me llevo una maleta, llena llenísima. Toda gorda.
Entre la ropa, los libros y el portátil, me llevo una estrella de mar para que me haga compañía y me guarde su olor.
Y una promesa.
Después de todo, empezar a estudiar no parece un plan tan malo.