jueves, 15 de enero de 2009

El día que yo nací (III)

Mientras, en el hospital, Consuelo preguntaba en vano si era niña o niño y si estaba bien. Nadie le hacía caso, hasta que alguien por fin le dijo: 

- ¿Qué tienes? 

- Un niño. 

- Pues bien, ahora ha sido una niña y de momento bien. 

Consuelo se quedó intranquila. ¿Por qué de momento?. Fue tan rápido que se quedó como un poco rara, porque cuando Carlos había ido más lento. Mientras limpiaban a la recién nacida y le hacían los primeros reconocimientos pusieron anestesia a Consuelo y le cosieron. Aunque le habían tapado, empezó a temblar y tenía mucho frío. 

Luego llevaron a madre e hija a una sala antes de ir a la habitación. Habían colocado a la niña boca abajo en la cuna y, como no paraba de rezongar, se rozó toda la cara con la sábana. Un pañuelo de uno de los abuelos sobre la sábana solucionaría el inconveniente por la tarde. En esa sala, había una ventana y los familiares, desde el otro lado del cristal, podían comunicarse mediante un telefonillo, pero no se oía nada porque Marta no callaba. 

En la sala contigua, Quica, la abuela, y Ricardo, el padre, coincidieron con una familia que acababa de perder al niño que esperaban. Al igual que Ricardo, Quica pronto pudo oír el llanto de Marta, la única nieta que hasta la actualidad ha tenido. 

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