sábado, 27 de junio de 2009

El Johnny no se cierra. El Johnny vive


La de ayer fue una noche mágicamente maratoniana. A punto de caerme de sueño cené, me enfundé mi nueva camiseta roja contra el cierre del Johnny y me preparé una buena copa para aguantar las seis horas de concierto (ahí es nada) de despedida.
Despedida no porque lo cierren, que ¡al final no lo van a cerrar!.. pero despedida porque hace diez minutos he terminado de arrancar todas las fotos de mi pared y vaciar mi armario y hace un segundo he mirado a la pared y me ha dado pena. Mañana me vuelvo. Dejo Madrid... pero sólo por un par de meses. Y ya tengo piso nuevo esperando mi regreso.
Los pasillos están a rebosar de cajas con cosas para tirar y hoy casi todos están desvalijando su habitación. Pero ayer...
Ayer no cabía un alfiler en el auditorio, ni en los jardines de afuera.
Ayer reímos con el Gran Wyomin y a punto estuvimos de llorar escuchando a Carlos Vega, el hermano de Antonio Vega, cantando el patio de mi recreo.
Emocionada, pensé que tengo que cantar más a menudo aquello de "contamíname" y que en verano podré hacerlo.
Y, a diferencia de otras veces, pensé -y sigo pensando- que resulta raro marcharme. Porque otras veces no quise hacerlo y esta vez me apetece y me entristece. Porque sé que me esperan aburrimientos infinitos y una operación de rodilla y que, sinceramente, aquí me lo paso pipa.
No pasará nada. Madrid seguirá aquí y mis niñas también. Mañana saldré por la puerta del Johnny y la próxima vez volveré de visita.

No hay comentarios: