martes, 15 de mayo de 2007

Escuchando Jorge Drexler mientras intento estudiar


Recuerdo ahora, que es media tarde, aquellos momentos que pasamos juntos. No sólo los momentos en que estábamos haciendo el amor, no es el cuerpo a cuerpo lo que más echo de menos, que también. Lo que más extraño es su mirada, el roce de sus manos en las mías, cómo acariciaba con sus dedos mi barriga, cómo me besaba aquel día bajo el agua del río cristalino -y no cristalino de metáfora, cristalino de verdad-.

Recuerdo el día que estaba malito y yo le abrazaba y le daba besitos en el cuello, para que se pusiera bueno y no me pegara el virus ese que le tenía hecho polvo. Echo de menos ese buen sabor de boca que me dejaba y que no he vuelto a tener, aunque lo haya intentado.

No debería escuchar la discografía de Jorge Drexler en una tarde como hoy y toda seguida de un tirón. Me sienta mal. O quizás lo que peor me sienta es que no hace ni dos días que le dije ¡hola! y le di dos besos, como si estuviese bien. Pero no es así. Ya nada está bien ni nada es igual. Todo es diferente.

Yo soy otra, creo, él es alguien que no alcalzo a conocer. Ya no me hace un rincón en su almohada...

1 comentario:

EL FARO dijo...

Me ha encantado. Se ve que fueron momentos con un olvido, seguro inexistente por mucho tiempo. Puedes pensar que; para él no será así pero te garantizo que esas momentos tan intensos, no se olvidan fácilmente.

Te tienen que servir para recordar sonrisas y no para extrañarlas, te queda mucho que sonreír todavía, pues sonríe.

Espero también nuestro camino se cruce pronto en alguna taberna de este océano compartido que tenemos por vida, y tomar ese café, charla y afecto del cara a cara.

Yo te comprendo, tu me comprendes, si que somos comprendidos…