lunes, 28 de febrero de 2011

Claro de luna

Doce de la noche en aquel bar. En ese momento solo quería que me invitaras a tu casa y, sin embargo, no fui capaz de decir una sola palabra. Fue una noche de juegos. Tú rozabas mi espalda, yo te acariciaba el brazo. Tú no podías quitar los ojos de mi escote, que esa noche estaba dedicado a ti. Qué cosas...

Fue una encerrona en toda regla. O una apertura de miras. No sé si recuerdas, nos hicimos los tímidos. Me mordí el labio y te di las buenas noches. A la puerta de tu casa, camino del metro, me dije "ahora o nunca" y "que sea lo que sea". Y fue. 



Ahora que ha pasado un año me parece que el calendario pasa sus hojas más rápido que mi reloj. Cuento los momentos y me salen menos de los que me gustaría. Llegaste en un momento en el que me veía en un pozo. Fuiste diferente, simpático, bastante chulo. Por eso me gustaste desde que empezamos a conocernos. 

No te sientas intimidado, es solo que el piano me vuelve melancólica. Es solo un claro de luna que se me atravesó en una noche de estrellas 

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué buena Claro de Luna! En solo de piano, para qué más. La primera vez que la escuché creo que fue en el final de la película Ocean's Eleven. Con los protagonistas mirando al casino, las fuentes en un primer plano, de noche. Igual había algún claro de luna, aparte del de la canción.

Anónimo dijo...

ouch que rico!

Amapola Psicovisceral dijo...

supongo que los claros d eluna vienen cuando los llamamos, aunque no siempre se quedan a iluminarnos tanto como queremos.
Pero, entre claro de luna y claro de luna, al menos podemos ir vislumbrando el camino, aunque lo recorramos solos