lunes, 8 de agosto de 2011

Falta la plata

El problema principal de casi todos los peruanos con los que he hablado es uno: falta plata. Cuando visité los colegios de la región de Amazonas tuvimos la oportunidad de hablar con los propios profesores y ellos nos contaban qué necesidades tenían. Y son muchas.

Dejando aparte el hecho de que en Perú nadie puede beber agua directamente del grifo, las necesidades a veces son cosas que se dan por hecho. Como tener una carretera o camino que lleve al pueblo y que no se bloquee cuando llueve, algo que ocurre cada poco. O una línea de teléfono o, en su defecto, cobertura móvil. Ya no hablamos de Internet...

Estoy hablando de que con muy poco dinero aquí se pueden hacer muchas cosas. En el colegio de El Porvenir estaban contentísimos porque una asociación española les había regalado un ordenador y porque, con el dinero del café que cultivaban en la chacra del colegio, habían podido comprar vídeos. Un simple reproductor de vídeo cambia el día a día de todo un colegio... alucinante.

En Bellavista un colegio había tenido que poner dos turnos de clases porque se había venido abajo uno de los edificios... en enero. Aún estaban esperando a recibir fondos para volver a levantarlo. Ese mismo colegio tenía un taller de carpintería equipado y cerrado, porque ni el Ministerio ni la Municipalidad pagaban un profesor que supiera manejarlo.

Y más de cerca... Michel (léase Maicol), el hijo de la cocinera, tiene que pagar 120 soles cada tres meses para estudiar. Las chicas que estudian en el Instituto Pedagógico de Jaén 150 soles. Unos 30 euros... que mucha gente no puede pagar. Si echan cuentas dan ganas de llorar y una se siente culpable. En un fin de semana gasto más de 30 euros fácilmente.

Si un fin de semana me quedase en casa en vez de salir, podría pagar los estudios de Michel. O de Litza, o de Mercisa, o de Jany. Porque 30 euros en Perú son mucha plata.

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