miércoles, 21 de septiembre de 2011

Un colegio para olvidadizos

El pasado jueves fui a comer a un restaurante con mi abuelo y sus compañeros de clase. Los familiares nos reuníamos porque hoy es el día de la lucha contra el Alzheimer. Mi abuelo no tiene esta enfermedad, pero igualmente le beneficia ir todas las mañanas al centro de día donde hacen actividades. Unos días musicoterapia, otros escritura, cuentas o simplemente charlar. Él está entretenido y de mejor humor y mi abuela descansa un poco de estar pendiente todo el día de otra persona. 


Hace un rato decían en la radio que hoy es el día para acordarse de los enfermos y de sus cuidadores. Porque, en algunas fases de la enfermedad, la persona no se acuerda de qué comió el día antes, pero tiene una memoria exquisita de sus días de niñez. Uno de los compañeros de mi abuelo se pasa el día jugando y cantando, otro tira de la falda a las mujeres como si fuera el patio del recreo y otra se ha vuelto coqueta desde que empezaron los primeros síntomas.

Los ves juntos en clase y te das cuenta de que se han vuelto niños. La diferencia, además de la edad, es que los niños aprenden y ellos olvidan. Poco a poco. Lentamente y, a veces, de repente. Es una enfermedad degenerativa y, como todas, va machacando a quienes les rodean. Por eso hoy me quiero acordar de los cuidadores. De quienes levantan, asean, visten y llevan a los talleres a los enfermos de Alzheimer. De quienes se preocupan por buscar fondos e instalaciones donde poder trabajar con ellos. De quienes tienen que ser fuertes para poder cuidar a niños de 70 años.

1 comentario:

Jose dijo...

Hola Precioso post los que hemos pasado esa enfermedad con algún ser querido, lo entendemos totalmente. Besos